Nos hemos levantado a las siete y media. Luego, desayunamos y salimos del hotel a las nueve, para esperar la cola de los Museos Vaticanos. Después los guías nos proporcionaron unas radios necesarias e impuestas para la visita, para que el guía no alzara la voz. Nos explicaron detalles de la Capilla Sixtina. En cuanto concluyó la explicación, completamos la visita de los Museos Vaticanos y pasamos directamente a la Basílica de San Pedro, que contaba con numerosas obras de arte muy importantes y gran cantidad de Papas enterrados en la misma. En esa basílica, las cosas no son lo que parecen, es decir, en ese amplio espacio nos encontramos con un monumento que el guía explicaba que equivalía a un edificio de unas diez plantas. A ojo humano, solo aparentaba tener unos cuantos metros. También ocurrió esto con una paloma en el centro de la basílica situada a lo lejos que medía de ala a ala un metro setenta, y solo parecía tener menos de un metro. Al terminar la visita, disfrutamos de un majestuoso tiempo libre en la Plaza de San Pedro, y quedamos a cierta hora en el Castillo de Sant Angello. De allí, atravesamos una distancia media hasta la Plaza Navona. Posteriormente nos dirigimos al Panteón. Allí gozamos de más tiempo libre y disfrutamos de diversas actividades callejeras como algunos cómicos muy divertidos. Más tarde, nos reunimos en la Plaza del Popolo. Allí disfrutamos de un caluroso concierto de un gran hombre que tocaba la guitarra eléctrica realmente bien. Era la segunda vez que nos topábamos con él. Fue grandioso. Volvimos al hotel tras una larga espera y cenamos. Por cierto fue el cumpleaños de Jaime y en la cena hubo tarta. Y ahora toca disfrutar la última noche.